lunes, 29 de agosto de 2011

Crónicas chiquitas



El día no había arrancado muy bien que digamos. Pensaba no abrir la farmacia y tener un sábado libre después de mucho tiempo. Pero a las 7 de la mañana mi reloj biológico y mi progenitor (estoy viviendo en lo de mis viejos pero esa es otra historia) haciendo sonar su batería de cocina no permitieron que Morfeo me siga abrazando (es decir, no me pude dormir más).

La jornada no mejoró. Cuando cerré al mediodía no pude ir a comer los fideos con el equipo. Ante la comunicación a mi querida esposa de mi intención de almorzar en lo de Pingata recibí por respuesta una mirada que descifré como: “hoy que podemos comer en familia te vas a boludear con esos pendejos pelotudos” y decidí no gastarme una vida al pedo. Porque si me hubiesen dicho que iba a comer un asado la peleo. O por lo menos unos tallarines con bolognesa ameritaban una cara de culo matrimonial. Pero por unos insulsos fideos con manteca y queso que ni siquiera eran caseros, no, más vale dejar la cagada a pedos por algo más interesante y concurrir a la quinta del jugador-técnico más tarde.

Cuando llegué al lugar me sorprendió que me recibiera un pastor alemán más inofensivo que El Chino con la pelota en los pies. Pensé que Sebi tendría un perrito como el de Susana Giménez (que en paz descanse, Jazmín).

Noté buen clima en la sobremesa. María dándole consejos a su “hijo” Marianito. El ¿Capitán? Dando la nota, como siempre, comiendo solo mientras los demás ya habían hasta tirado las cáscaras de bananas del postre. Hernán dormitando en un sofá que le quedaba chico después de un “arduo día de trabajo”. Algunos limpiaban la mesa y juntaban las migajas de la comilona mientras Giménez (nada que ver con Susana) lavaba los platos. La duda que me quedó es si se lo impusieron como una especie de castigo o el casi traidor de Patrulla lo hizo para volver a ganarse la simpatía popular.

En la repartija de camisetas debo admitir que me sentí un poco mal. Como Reimon y Mariano ya se habían ido yo era el único de los presentes que no recibió casaca. Ahí me di cuenta que mis días de gloria en una cancha de fútbol habían terminado y que mi ligazón con este deporte ahora era ir a ver los partidos que juegan otros y escribir estas crónicas por puro gusto.

Camino al predio de la AJB el también dirigente Fedulio Jr. me encomendó pasar a buscar al Tano por la casa. Primero temí por el auto de mi viejo pero comprobé que semejante energúmeno es un dulce conejito cuando está fuera de un campo de juego.

Escuché la charla técnica del joven DT (¿el técnico no ve mejor los partidos desde afuera?) y me tuve que ir a la comunión de mi ahijada. El día seguía rompiéndome las bolas.

Dos horas escuchando cosas que no me interesaban con un cura suplente (el titular estaba enfermo) queriéndose ganar el puesto bajo la atenta mirada de un Cristo que lo vigilaba desde la cruz. Por suerte con un par de amigos inauguramos en La Catedral el sector “no creyentes” (similar al “no fumadores” que existía en los bares antes de la reciente ley) y esas horas no se hicieron tan pesadas.

Después de la comunión me fui a un cumpleaños con fiesta de disfraces. Parecía que el sábado iba a terminar mucho mejor de lo que empezó pero la persistente ingesta de Fernet con Coca hizo que termine tan mal como había comenzado. Mis tripas y el inodoro pueden dar fe de ello.

Me enteré del resultado por el diario. La derrota era previsible, más que nada por el nivel del rival y la improvisada presencia se Estani en el arco (muy atinado el no querer usar los guantes de Cejas porque en una de esas terminaba goleado). El semanario solamente consignaba los goles del Negro Espinoza lo que me obligó a tratar de adivinar el autor del tanto vidriero. Sabía que El Paragua Recalde no había sido y no porque estaba en el arco si no porque se conoce muy bien su trayectoria de delantero de área. Así que deduje que el goleador debía ser Axel, intuyendo que el que había mojado era alguien con apellido difícil y que “el periodista” de El Cronista prefirió omitirlo por temor a equivocarse. Lo corroboré leyendo el otro semanario.

Fue un mal día (en todo sentido) para empezar con estas crónicas por eso espero poder estar en las próximas fechas. En la tallarinada, en el partido o preferentemente en ambos.

Chau. Hasta luego.

PD: ¿Qué hace Julián Dicatarina en la foto de un equipo de la Copa Show Sport?


Yo, Enzo Namarca, lo garantizo.