¡Mamá!

Zona liberada
Nadie vio a la “patrulla”

Se jugaba mucho más que un partido. Se jugaba la continuidad de un temperamento futbolero que se necesitaba, la continuidad de la firmeza y la solidez, la continuidad del invicto…
Por eso, allí estaban. Los pibes mostraban los dientes apretados ya desde la entrada en calor. Nadie hablaba demasiado. Sólo lo justito como para no esclarecer que todos estaban más metidos que nunca, aunque el grupo todo lo sabía. Ellos estaban ahí, para jugar el match más importante en lo que va del campeonato. Ellos sentían que esta oportunidad no era una oportunidad cualquiera.

Ya en la cancha, los once titulares hablaron una vez más sobre la paciencia y la tolerancia. Hacia ellos y hacia los árbitros. Jugar al fútbol. Simplemente eso. Jugar al fútbol; esa era la invitación.

Arrancó el partido con el dominio de los nuestros. Fedullo pidió que se maneje la pelota desde el arranque y los muchachos trataron de hacerlo. Tal es así que a los siete del inicial, Patrulla Giménez conectó con su guante derecho un tiro libre exquisito que no paró hasta tocar la red adversaria. 1 a 0 para los pibes.

El trámite del partido seguía su cause primario, pero las complicaciones llegaron cuando por la derecha, las subidas de Carretero en sociedad con el ex Davobe, el querido y recordado Go-Go, se hacían cada vez más profundas. Fue de esa manera como el volante de Rementería Fader entró al área y, con un derechazo rasante que pasó por debajo del 1 Ocioso, establecía el empate transitorio.

Pero el partido era de ida y vuelta. Íbamos para allá, veníamos para acá. Así, minuto a minuto. Por eso, en una de las idas, y siempre sobre la izquierda, el lateral que más sintió Refrigeración Garlunga, un desborde de Mariano Ramos dejó de cara al gol a otro de los que quiere ser el máximo artillero: Juan Ignacio Matthys. Así llegaba el 2 a 1. Otro grito salvador que daba respiro en esa tarde fría llena de dudas e impresición de aguacero.

No iban más de veinte minutos. No había pasado la media hora de juego, cuando la platea norte ya había gritado dos goles y la expulsión de Ivaldi Mayor (el otro es Ivaldi bemol). Pero tampoco había pasado medio tiempo cuando los nuestros tragaron saliva después de aquel toque delicado que Chuleta Rementira puso por sobre el cuerpo de Herrandis, con una calidad seminaria para establecer el empate parcial.

El 3 a 2 no tardó en llegar. Fue casi sobre el final y producto de una guapeada de Matías Peroncini, que corrió cual Forest Gump hacia el arco contrario y… ¡patapúfete! ¡Penal! Sí, mal o bien, el penal fue cobrado. La jugada se transformó en la polémica de la fecha. Ni Fabbri, ni Recondo, ni Pagani pudieron resolver lo que un minuto después se transformó en el 3 a 2 de los pibes de la vidriería. Así se cerró la ventana del primer tiempo. De a poco, “El equipo de los pibes” mostraba autoridad y valentía como para quedarse con el derby más importante del fin de semana.

El resto se dio por decantación: Patrulla Giménez estaba en su salsa. Frío, barro, gritos de todos lados, patadas que rasgaban los pantalones… el tipo se cargó el equipo al hombro y se hizo cargo de todas las pelotas paradas. Fue de esa manera como a los 5 de segundo tiempo puso las cosas 4 a 2. Otro tiro libre antológico que quedará guardado en la memoria de los verdiblancos entre la garúa y la cerrada tarde de otoño.

Pero así y todo, con dos tipos menos (se había ido expulsado Don Tosca Montero) los contrarios se venían cada vez más y más. Por eso, la táctica de Fedullo fue liquidarlo de contra. Por eso apareció la figura del día: Pablo Adalberto Jiménez se escapó por la derecha, cual el Guly tripero del `97, y esperó a que el guardameta refrigerado diera el último paso de gracia para ponerla suave contra el palo más cercano.

Esa era la firma de Patrulla. La que le ponía cifras definitivas a un partido que después terminó en escándalo. La impotencia pudo más que la razón y los bifes contra Ortubia no fueron de nalga para milanesa. Te digo más, dio la sensación de que se comió un costillar entero cuando el Chino "namber guán" lo aplicó sin piedad con una tijereta a la rótula que lo bajó en menos de lo que canta el zorzal.

Nada que decir. Partido suspendido. Los tres puntos quedan en casa con algo de sabor amargo. Nadie hubiera querido este final, pero la zona estaba liberada. Nadie vio a Patrulla, ni a sus tres mágicos gritos de gol.

La Comisión