Trago amargo

“Por el piso”
Realismo puro.

Yo te las cuento con los dedos de una mano porque no fueron tantas, pero en su momento cotizaron alto. Vos no estuviste el sábado, Chinito, pero sabés cómo viene la historia. Te juro que no lo vi venir tan rápido, te lo juro. Pero cuando la punteó...
Me parece que la movida empezó cuando le atajé el penal al chico este que jugaba en el exterior, ¿te acordás? Ahí fue cuando me inflaron, creo. Y después llegaron las demás. Que un mano a mano importante, que una pelota difícil ahí abajo, donde más te cuesta; que los centros controlados... qué sé yo. Vos la viviste conmigo, ¿o no?, eran todas buenas. Todas, ¿entendés?. No se me escapaba ni un detalle.
Lo que pasa es que el sábado...
Chino, si te la cuento tal cual no me la creés. Me vas a decir que no, que algo habría pasado, que no puede ser, pero no te embromo, loco. Cuando la punteó se me cayó el cielo encima; la mala suerte se me cagó de risa en la cara...
¿Y qué voy a decir? Al principio me quise hacer el boludo y grité que había sido fául, pero no, qué va a ser fául... yo pensé para adentro “Si te mandaste la cagada hacete cargo. Violín en bolsa y rezá para que vengan otras donde puedas reivindicarte”. ¿Y vos podés creer que no, che? No llegaron más. Los dominamos todo el partido.
Antes era distinto. Yo no sé qué me estará pasando, pero no pego una, Chino. Antes el guionista me tildaba de héroe, de salvattore. Yo antes generaba seguridad, porque cuando lo pasaban al último de los nuestros los pibes confiaban en mí. Y yo confiaba en mí también, porque se las adivinaba a todas, ¿sabés? Yo sabía para dónde iban a salir disparados los delanteros, o a dónde le querían pegar, pero ahora no, loco. Ahora es diferente. Ahora veo que llegan de todos los wines y que algún hijo de puta me la va a poner doblada. Y para colmo esto... ¿Vos sabés lo que se siente cuando te mandás un moco y el garrón se lo come el resto así, gratuitamente, sin comerla ni beberla? A lo mejor no tenés ni idea, pero la sensación es de una angustia fulera, es como cagarle la mina a un amigo, una cosa así es. Cuando vi que la punteó, Chinito, te juro que me quería largar a llorar como un nene porque yo sabía que nos iban a empatar... para colmo ya me había morfado una pepa ni bien empezado el partido.
A la noche dormí como el culo, para qué te voy a mentir. Volví a vivir esa jugada y se me ocurrían diez mil finales distintos. Si no la tiraba a la mierda ni bien me llegaba así, blandita, la agarraba dos segundos antes, o despejaba a un costado, o se la daba a Tito, no sé. Cualquier cosa, menos la que realmente pasó. Y no va que mi mujer me tira esa de que cómo me voy a poner mal por un gol, y qué sé yo cuánta verdura más. A las minas habría que amordazarlas ni bien caés a tu casa después de un partido digno de ser olvidado. Hola mi amor, qué hacés y pum, una cinta de moto en la jeta, para que no hablen.
Y de afuera los pibes dale que te dale con el no importa, Juan, no pasa nada, Juan, vamos Juan, y la concha de su madre...
Y después llegaron los mensajitos de texto, alentando todavía más al pelotudo que les había robado dos puntos clave. Fuerza amigo, ponían los pibes; que un error no opaque lo grande que sos; el equipo banca al arquero del campeón, tiraban. ¿Vos sabés lo que significa una cosa de esas? La última vez que me habían dicho “El arquero del campeón” fue cuando me entregaron el coso ese por la valla menos vencida. Me lo cantaban abrazándome, y saltando, y todos meta reírse de la alegría después del campeonato, en medio del asado de los festejos...
Y vos fijate, Chino, cuándo me lo vuelven a decir. Cuando más te merecés una regia puteada, estos pibes me tiran un mimo semejante. Lo que son las vueltas de la vida, hermanito. Pero la cosa es que ahí estaba yo, después de haber tardado un segundo en levantar la pelota. Porque era un segundito, nada más. Pero cuando vi que la punteó, que me la sacaba de las manos, que me pasaba entre las piernas en una jugada confusa, la realidad me cacheteó y me dijo que yo no era lo que pensaba.
Ojalá me entiendas, Chinito. Ojalá te pongas en mi lugar. Yo veo siempre otro partido, y el del sábado, me dejó tirado por el piso.